Lo primero que habría que
señalar cuando se relaciona la “globalización” económica con el respeto a los
Derechos Humanos es que con ellos se hace referencia a una situación y a unas
aspiraciones que no tienen nada que ver entre sí o, cuando menos, que no son
incompatibles.
El problema surge porque,
para empezar, la globalización es una nueva fase del desarrollo del cabe pensar
en la neutralidad del fenómeno. Y, para seguir, porque la globalización es en
gran medida fruto del neoliberalismo, una doctrina que exacerba los aspectos
más aberrantes del sistema y bajo cuya hegemonía está hoy concebido el orden
económico mundial.
De la misma manera, la
globalización podría rendir beneficios espléndidos a la humanidad, si no fuera
porque no está concebida para ello, sino para servir los intereses de las
clases dominantes y para la perpetuación del propio sistema a través del solo
mecanismo en que lo puede hacer: aumentando la explotación de los trabajadores
en cada país y la explotación de los países del Tercer Mundo por las potencias
económicas mundiales.
Es por lo tanto más que
pertinente relacionar la “globalización” con los Derechos Humanos.
capitalismo, y hablando de
un sistema que descansa en la división de clases y en la desigualdad no